Las Orugas Procesionarias del Pino
(Thaumetopoea Pityocampa). Esta comunidad de orugas, sensibles al
frío y a la humedad, vive en los bosques de pinos y cedros de toda
la península y Baleares, no obstante, no suelen ser comunes en las
zonas lluviosas o por encima de los 1500m de altitud.
Debido al cambio climático cada vez
hay más y, además, su radio de acción las ha acercado a las áreas
urbanas. Por eso mismo aunque obviamente donde suelen estar es en los
pinares también nos podemos encontrar con ellas en jardines y
parques públicos en casi todas las ciudades, tanto de la Península
como de Baleares.
Y cada vez aparecen antes, en este 2016
los primeros avisos han llegado en Enero a nuestro Centro Veterinario
Leuka, un cachorro que tuvimos que tratar por Procesionaria.
La oruga procesionaria, es fácilmente
reconocible por varios motivos, su apariencia y su conducta. Esta
oruga, con cabeza y piel de color negro y costados de color gris,
cuenta en su dorso con unos pelos rojizos, llamados tricomas, llenos
de una sustancia muy urticante (histamina) que la protege de sus
depredadores, quiénes con sólo tocarla u olfatearla pueden sufrir
graves reacciones alérgicas.
El ciclo biológico de la oruga
procesionaria comienza a finales de verano y dura todo el año.
Durante el invierno las larvas suelen permanecer en el nido durante
todo el día y salen por la noche a alimentarse de las hojas del pino
en el que residen, excepto en las noches muy frías en las que
también comen durante el día. Cuando termina el frío del invierno,
disminuyen las lluvias y empiezan a subir las temperaturas,
normalmente de febrero a abril, las orugas empiezan a descender del
árbol en forma de procesión buscando un lugar adecuado donde
enterrarse y empezar a tejer su capullo (crisálida) que eclosionará
a finales de verano y del cual saldrá una mariposa.
Estas mariposas, que tienen una vida de
1 o 2 días y que suelen volar al atardecer, ponen sus huevos en las
hojas de los pinos o cedros. Los huevos que las mariposas han puesto
en el pino se abren a los pocos días y de ellos nacen las larvas
(orugas) que aprovechan para alimentarse de sus hojas hasta que son
capaces de desplazarse a otra zona en la que construirán sus nidos,
conocidos como bolsones. Los bolsones de oruga procesionaria
construidos en las copas de los pinos son fácilmente reconocibles
porque parecen grandes bolas de algodón.
Estas orugas tan primaverales no sólo
son perjudiciales para nuestro perro, también lo pueden ser para
nosotros y, además, son tratadas como una plaga común en los
pinares de la zona mediterránea.
Estas orugas poseen unos pelos
urticantes (irritantes) que revisten todo su cuerpo. La reacción
tras el contacto con la procesionaria del pino es inmediata: se
produce hipersalivación, se inflama la lengua y aparece una
coloración roja o amoratada, aparecen ampollas con líquido y
úlceras que pueden producir pérdidas de alguna parte de la lengua.
Cuando el perro entra en contacto con dichos pelos puede presentar
diversos cuadros, desde un cuadro alérgico como puede ser una
urticaria, a sufrir eritemas y angioedemas (hinchazón de la cara),
necrosis en la lengua e incluso la muerte de nuestro perro si ésta
fuese ingerida.
Los perros
jóvenes, debido a su curiosidad, sus ganas de jugar con todo y su
facilidad por comer cualquier cosa que encuentran, suelen tener más
riesgo a entrar en contacto con la oruga procesionaria que los perros
adultos. El problema reside en que el cachorro se encuentre en el
parque explorando sin supervisión y se acerque a la hilera de
orugas, las olfatee, las lama o se las coma.
En cuanto el perro
lame la oruga aparece sialorrea y glositis, la lengua se inflama y se
puede necrosar, debido a todo esto la mayoría de los perros
presentan molestias al intentar abrirles la boca y se frotan su cara
con las patas delanteras. Si nuestro perro se come la oruga también
es habitual que vomite y que en sus vómitos aparezcan trozos de
oruga. Según la importancia y severidad de las lesiones ocasionadas
en las zonas afectadas se pueden llegar a provocar necrosis en los
tejidos, teniendo así que llegar a amputarse partes de la lengua del
perro por haber provocado lesiones irreversibles. También puede
provocar otros daños importantes en los ojos, concretamente en la
cornea y conjuntiva de nuestro perro.
Lo más importante
en este caso es tratar de evitar el contacto de nuestro perro con la
oruga procesionaria eligiendo para pasear zonas que ellas no habiten.
En el caso de no poder hacerlo, conviene estar alerta para que no se
acerque ni para olisquearlas. Y si con todo esto no hemos podido
evitar el contacto con la oruga, lo más adecuado será acudir de
inmediato al veterinario, o al de urgencias de la zona, para poder
realizar cuanto antes a nuestro perro un tratamiento a base de
corticoides y antihistamínicos, generalmente administrados por vía
intravenosa, para disminuir la gravedad de sus lesiones.
Si usted nota algo
raro en el comportamiento de su perro, o le ve algo raro o tiene
certeza de la Procesionaria, venga a nuestro centro veterinario.
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