El
aprendizaje es un mecanismo gracias al cual un ser vivo adquiere una
nueva secuencia de comportamiento (cuyos efectos le resultan
favorables) o, por el contrario, renuncia a una reacción (porque le
es sistemáticamente desfavorable). Clásicamente, la noción de
aprendizaje puede ser más sutil y no depender completamente de la
presencia de esas dos intervenciones externas.
De
la misma manera que existen varias escuelas de psicofisiología,
también existen varios tipos de aprendizaje. El término
condicionamiento se ha utilizado a propósito de las dos formas más
simples de aprendizaje, pero cada vez se emplea menos por la
connotación peyorativa que tiene. Para una mayor claridad de
exposición, trataremos cada una de esas dos formas de aprendizaje y
sus aplicaciones en el perro.
El
Condicionamiento Pavloviano
Históricamente,
la noción de aprendizaje o de condicionamiento va asociada al nombre
de Pavlov, por lo que se suele hablar de acondicionamiento
Pavloviano. El perro está directamente implicado en esta primera
fase de la exploración del aprendizaje puesto que Pavlov realizó
con perros sus célebres experimentos.
A
pesar de que su principio es extremadamente sencillo y conocido por
todos vamos a recordarlo brevemente. Cuando se le presenta un plato
de comida, el perro saliva. Al principio, Pavlov le hacía oír al
perro el sonido de una campa antes de darle la comida. Después. Una
vez que hubo repetido sistemáticamente esta asociación, sometió el
perro al ruido de la campana pero suprimió la comida, a pesar de lo
cual, el perro volvió a salivar. Pavlov dedujo que el plato de
comida constituía el estímulo obligatorio y la campana el estímulo
condicionante.
A
partir de ese resultado, Pavlov elaboró una teoría del aprendizaje
que explicaba por este tipo de condicionamiento todos los
comportamientos observables en el hombre y en los animales. El
gobierno soviético hizo suya esta teoría que dejaba al entorno
(generador de estímulos condicionados) la facultad de moldear por
completo la personalidad humana, y decidió utilizar el
condicionamiento Pavloviano en la educación y reeducación de la
población y en la formación de los perros militares.
El
Aprendizaje Skinneriano O Condicionamiento Operante
No
hay que ser especialista en el estudio del comportamiento para
entender las objeciones que planteaba tal teoría (con independencia
de cualquier discurso político o ideológico). El psicólogo
estadounidense Skinner trabajó en otra dirección. En lugar de
reforzar una respuesta orgánica tan simple como la salivación
refleja, intentó moldear en los animales de laboratorio (el
bestiario Skinneriano se limitaba a la rata y a la paloma)
comportamientos motores voluntarios.
Skinner
puso ratas en ayunas en jaulas, desprovistas de cualquier
características estimulante, en las que la comida sólo se podía
conseguir por medio de una pequeña palanca situada al alcance de los
animales. Cuando las ratas exploraron la jaula, no dejaron de tocar
la palanca liberando así la comida que podían llevarse a la boca. A
partir de entonces, los roedores se pusieron a buscar de nuevo la
comida y para ello exploraron alrededor de la palanca; poco a poco,
comprendieron que tenían que levantar la palanca para que apareciera
la comida; y a partir de entonces supieron que el gesto de “levantar
la palanca” era operante (es decir, eficaz). Ésta es la razón de
que el aprendizaje Skinneriano se llame también aprendizaje
operante.
Estos
experimentos permitieron definir las reglas que rigen el castigo y la
recompensa. Siguiendo el mismo método de Pavlov, Skinner intentó
reducir el conjunto de las ciencias del comportamiento al estudio de
las ciencias del comportamiento al estudio del condicionamiento
operante y creó la Escuela Behaviorista (que significa del
comportamiento) cuya importancia social y política fue enorme en
Europa occidental y en los Estados Unidos. Las técnicas de
reeducación del hombre y de los animales basadas en dicha teoría se
denominan terapias comportamentales.
Así,
el cazador que refuerza con la voz el ardor de su perro cuando éste
empieza a seguir una vía y lo recompensa cada vez más a medida que
su comportamiento se acerca a lo que se pretende de él, y que se
calla cuando el perro comete un error, está poniendo en práctica,
aunque no lo sepa, el shaping (modelaje), una aplicación directa de
los trabajos de la escuela Skinneriana.
El
Aprendizaje Por Imitación
Sin
embargo, la etología (ciencia del comportamiento animal) ha
demostrado que los comportamientos observados en situaciones
naturales (y no en un medio cuidadosamente simplificado como el de
las jaulas de Skinner) no podían explicarse únicamente por el
aprendizaje Skinneriano.
Razonando
en términos de duración, se llega a la conclusión de que la
esperanza de vida de un perro debería prolongarse de quince a veinte
años para que el animal que procediera por ensayos y errores (caso
la rata y la palanca) pudiera aprender todo lo que necesita.
Lo
cual también debería ser evidente para los hombres que trabajan con
perros puesto que utilizan el aprendizaje por imitación desde hace
mucho tiempo. En efecto, ¿qué cazador no se ha llevado un día un
cachorro para que aprenda directamente de sus congéneres más
experimentados lo que tienen que hacer en el trabajo de busca?
El
aprendizaje por imitación exije la presencia de un “monitor” que
efectúe los gestos que deben aprenderse delante del alumno que lo
observa. Al cabo de un período de tiempo más o menos largo según
los ejemplares, el alumno reproducirá directamente la secuencia de
comportamiento. Este método implica la existencia de procesos
mentales suficientes para que el animal pueda representarse las
etapas motrices del comportamiento por adquirir; por consiguiente,
sólo puede aplicarse a especies que tengan un potencial psíquico
importante y hayan tenido un desarrollo psicomotor correcto. Según
parece, el perro aprende de este modo gran parte de sus
comportamientos de adulto así como otras muchas cosas de las que su
dueño quizá tenga que arrepentirse algún día.
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