Un
enfriamiento, el clima de sequía en los últimos 40 millones de años
volvió América del Norte desde un lugar cálido y arbolado, a las
llanuras abiertas más secas que conocemos hoy en día. Un nuevo
estudio muestra cómo los perros evolucionaron en respuesta a esos
cambios, lo que demuestra que los depredadores son sensibles al
cambio climático, ya que altera las oportunidades de caza en su
hábitat.
Los
antiguos Perros pueden enseñar a los humanos cosas nuevas sobre la
evolución. En la revista comunicaciones de la naturaleza, han
publicado un nuevo estudio de los fósiles de unos perros de América
del Norte datados de unos 40 millones de años, sugiriendo que el
camino evolutivo de los grupos enteros de depredadores puede ser una
consecuencia directa del cambio climático.
"Se
refuerza la idea de que los depredadores pueden estar tan
directamente sensibles al clima y el hábitat como los herbívoros",
dijo Christine Janis, profesora de ecología y biología evolutiva en
la Universidad de Brown, que trabajó con el autor principal Borja
Figueirido, un antiguo investigador postdoctoral de Brown Fulbright
quien ahora es profesor en la Universidad de Málaga en España.
"Aunque esto parece lógico, que no se había demostrado antes".
En
todo este periodo de tiempo, ha añadido, el clima de la tierra
sufrió una profunda transición, sobre todo en altas latitudes, ya
que se pasó de un régimen cálido y húmedo a un posterior
enfriamiento que dio lugar al clima que tenemos en la actualidad.
Esta tendencia climática también fue acompañada por una marcada
transición en la estructura de la vegetación indicativa de hábitats
cada vez más abiertos a expensas de la disminución de zonas
boscosas.
Así,
esta tendencia hacia la apertura del hábitat que tuvo un fuerte
impacto en las paleocomunidades de los mamíferos, ya que aparecieron
por primera vez morfologías del esqueleto en mamíferos ungulados,
aquellos que poseen pezuñas y son de régimen herbívoro,
indicativas de una dieta abrasiva como es el pasto y de una
locomoción más ventajosa en hábitats abiertos, extremidades más
gráciles.
No
obstante, al ser los grandes herbívoros los componentes de esta
fauna directamente afectados por los cambios en la vegetación, las
consecuencias de la expansión de los hábitats abiertos en las
faunas de carnívoros predadores han sido comparativamente menos
analizadas. Estudios previos sugieren que los carnívoros con
esqueletos típicos de predadores a la carrera no evolucionaron hasta
el Plioceno, y por tanto, 20 millones de años más tarde de que se
produzca la expansión de los hábitats abiertos como las sabanas y
praderas.
En
este trabajo se utiliza el registro de el fósil de los cánidos
(familia Canidae) de Norteamérica para dar luz a esta problemática
y contestar, por tanto, si las faunas de los carnívoros predadores
se vieron de algún modo afectadas por la expansión de los hábitats
abiertos como ocurrió en los mamíferos contemporáneos de régimen
herbívoro. Dichos cambios afectaron también al modo de caza de los
carnívoros, que tuvieron que adaptarse a estos nuevos hábitats con
novedosas técnicas de caza.
En
este punto, ha señalado que en un ambiente cerrado, como el de los
bosques, no se puede correr, los animales esperan a sus presas
agazapados y en un ambiente abierto, como el de la sabana estricta,
no se puede emboscar, al tiempo que ha asegurado que aquellos cánidos
que terminaron cazando en espacios más abiertos, sin bosques,
utilizando para ello la carrera, tenían por ejemplo el codo más
grácil. Con este trabajo, se refuerza la idea de que los
depredadores pueden ser tan directamente sensibles al clima y al
hábitat como los herbívoros.
El
estudio, con un poco de investigación antes de Janis, sugiere que
los depredadores no se limitan a evolucionar como una respuesta "a
una carrera para armarse" para su presa. No desarrollan las
extremidades anteriores para correr más rápido sólo porque los
venados y los antílopes pueden correr más rápido. Mientras que los
herbívoros de este tiempo fueron evolucionando con las patas más
largas, la evolución del depredador evidentemente en este estudio,
es un seguimiento en el tiempo directamente con los cambios
relacionados con el clima en el hábitat en lugar de a la anatomía
de sus especies de presa.
Si
los depredadores evolucionaron con el cambio climático en los
últimos 40 millones de años, los autores argumentan, entonces que
es probable que tenga que seguir en respuesta al cambio climático
creado en marcha ahora por el humano. Los nuevos resultados podrían
ayudar a predecir los efectos que estamos poniendo en movimiento.
"Ahora
estamos mirando hacia el futuro a los cambios antropogénicos",
dijo Janis.
Este
artículo se reproduce a partir de materiales proporcionados por la
Universidad de Brown, revista Nature y Science.
Etólogo
Canino: doctorleuka@gmail.com
Centro
Veterinario Leuka
Urgencias
Veterinaria 676 086 086
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