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01 octubre, 2015

El Olfato y el Gusto del Perro



El Olfato

El tamaño del cerebro de un perro es diez veces inferior al del humano, pero la parte que controla el olfato es cuarenta veces más grande que el del humano. Tienen trescientos millones de glándulas olfativas en la nariz, comparada con los cinco millones del humano. A si que no podemos engañar a un perro escondiéndole comida. Nosotros los humanos exploramos con los ojos, los perros lo hacen con el hocico.

La nariz es el superpoder del perro, es tan fuerte que pueden oler cosas que pasaron hace mucho tiempo. Cuando un perro entra en un nuevo entorno, puede parecer que lo hacen igual que haríamos los humanos, pero cuando ves el mundo desde su perspectiva, te das cuenta que esta recopilando toda la información que necesita con la nariz. No solo son capaces de oler objetos que estuvieron ahí y fueron retirados, tienen un sentido tan desarrollado que pueden oler acontecimientos como caerse comida, bebida, de hace unos días, semanas e incluso meses después de que hayan sucedido.

Las Formas del Morro

La enorme cantidad de células receptoras presentes en la membrana olfatoria del perro necesita un espacio donde alojarse, y para ello las diferentes razas caninas han desarrollado morros de distintos tamaños y formas. Para acomodar un aparato olfativo tan extenso, los primeros perros contaban con un morro alargado como el del lobo. No obstante, en algunas razas modernas, mucho más artificiales, es evidente que este espacio se ha reducido enormemente debido al acortamiento del morro canino. Se calcula que el morro de un de algunas razas que lo tienen mas largo que otras varia en millones las células receptoras, por eso unas razas son mucho mejores y superiores en el rastro.


El Gusto

Obviamente, no podemos preguntar a los perros a qué les saben las cosas que comen. Sin embargo, y aunque no cabe duda de que todos los perros son capaces de percibir el sabor amargo, el dulce, el ácido y el salado, tal vez lo más importante para ellos no sean estas distinciones, sino sólo el hecho de que lo que están saboreando les agrade.

La experiencia durante la primera época de su vida influye enormemente en esto. Parece que los perros que han probado diferentes sabores y texturas de muy jóvenes tienden a aceptar mucho mejor la variedad al llegar a la edad adulta. A algunos perros les encanta los sabores muy fuertes, como la cebolla, y el ajo crudos, por ejemplo, mientras que otros sólo aceptan un sabor determinado y se niegan con insistencia a probar cualquier otro alimento.

Cómo Funciona

Los perros poseen un número de papilas gustativas seis veces inferior al del humano. En su mayor parte, éstas se hayan agrupadas cerca de la punta de la lengua. No obstante, el sentido del gusto y el del olfato están tan vinculados en los perros que tal vez éstos reciban más información sobre lo que comen del olfato que del gusto.

Cuando un cachorro llega a la fase del destete, la leche de la madre queda sustituida en el perro por un cierto poco interés por el agua, en la punta de la lengua del perro tiene papilas gustativas exclusivamente para el agua. Estas les crea un deseo de beber, ya que es muy importante para su vida. La comida pasara a la papilla y a algo mas sólido, como el pienso.

Como su sentido del gusto está relativamente poco desarrollado, no es tan necesario introducir variaciones en el menú como lo sería para el humano. Si un perro rechaza un alimento, probablemente se deba a que no le atrae lo suficiente, más que a que su sabor le resulte realmente desagradable. Los perros que obligan a sus propietarios a servirles una nueva marca de pienso cada noche, no pierden realmente el apetito a causa de la monotonía del menú, sino que más bien utilizan la comida como excusa para manipular a sus amos.

Lo que si comparten con los humanos, es la capacidad de asociar los sabores con los problemas de salud. Si un perro enferma después de ingerir un determinado alimento, es muy probable que rechace este alimento durante algún tiempo. Se trata de un mecanismo de defensa instintivo, destinado a impedir que el perro ingiera sustancias tóxicas de forma continuada.

Etólogo Canino: doctorleuka@gmail.com


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