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10 diciembre, 2015

El Perro con el Bebé, el niño y el adolescente



En la actualidad ya no hay por qué insistir en las razones que pueden justificar la presencia junto a los niños de un animal, en particular el perro. En todo caso, frente a las ventajas que ello representa siempre se podrá alegar el peligro de accidente con sus dramáticas secuelas. Y como la reputación del perro puede quedar entre dicho, resulta imposible tratar las relaciones entre el niño y el perro sin abordar el problema de los accidentes.

Todo Empieza Por La Comunicación

En realidad, entre el niño y el perro todo se reduce a una cuestión de comunicación, pues es en la comunicación lo que permite establecer la relación entre el niño y el perro, y una parte esencial de esa relación está constituida por lazos afectivos. Por otra parte, está claro que el desarrollo del lenguaje en el niño condiciona la existencia de diferentes períodos en esa relación.

La Primera Infancia

Cuando el Bebé llega al hogar, el perro no lo considera como un miembro del grupo. El perro experimenta la presencia del niño fundamentalmente en función del hecho de que las actividades de la familia se centran ahora en el recién llegado. A los padres corresponde integrar rápidamente el Bebé o preparar su integración en el grupo, haciendo participar al perro en los cuidados que se prodigan al Bebé.

La relación Perro-Bebé aparecerá progresivamente en su profundidad efectiva cuando el niño empiece a explorar su entorno y a comunicar sus emociones. Durante dicho período se producen los primeros contactos físicos y entonces es cuando los padres deben velar por que no se produzcan accidentes, siempre graves, sobre todo cuando el Bebé anda a cuatro patas. En efecto, las relaciones que el perro pueda entablar con el Bebé, cuyo comportamiento le sorprende, no tiene nada que ver con las que mantiene con sus dueños adultos. Mientras el Bebé no aprenda a comunicar con el perro y a decodificar sus mensajes, su incapacidad para inhibir sus movimientos pondrá al perro en una situación de miedo y , por lo tanto, en peligro de provocar una reacción incontrolada del tipo “Reacción Crítica”.

Aquí es cuando interviene la buena socialización y la “Participación” precoz del perro en las actividades del grupo relacionadas con el Bebé para prevenir cualquier peligro. Pues para un perro bien equilibrado, el Bebé y después el niño pequeño, son inhibidores de la agresividad, como antes lo fueron los cachorros. Así, que hay perros difíciles con los adultos que soportan sin inmutarse las trastadas de un niño; éste es el resultado normal de una socialización bien llevada y de un contacto bien establecido.

El nuevo Bebé tiene ciertamente gestos torpes y sus manifestaciones vocales suelen ser ruidosas y desconcertantes, pero si el perro se ha familiarizado con él y se han establecido rituales que permiten una comunicación eficaz, pronto se creará una relación afectiva muy intensa. Las mímicas y las posturas del Bebé y después del niño pequeño serán decodificadas por el perro igual que lo serán las series de ruidos tan expresivos que acompañan a ciertas emociones.

Esta comunicación desprovista de toda ambigüedad será más eficaz que la existente entre el perro y los adultos, en la medida en que a éstos les resulta muy difícil expresar sus reacciones afectivas a través de canales no verbales, ya que la educación que han recibido privilegia el verbal al que, precisamente, el perro no tiene acceso.

Evitar Los Accidentes

Está claro que muchas mordeduras se producen cuando el niño tiene entre ocho meses y dos años; en esta edad , el accidente sólo se puede evitar con una actuación preventiva. Los accidentes se producen a menudo cuando el niño, aunque se le tenga apartado, localiza el perro y lo sigue dando pequeños gritos de excitación y de alegría por todos los rincones donde aquel se esconde. La mordedura será tanto más importante cuanto más acosado y miedoso se sienta el perro.

A este período bastante delicado le sigue otro más tranquilo para todos los familiares (tanto los que han querido integrar al Bebé en el universo del perro como los que no lo han hecho) una vez que el niño, y el perro han anudado un lazo gracias al cual el primero está en situación de poder debido a la permisividad con que lo trata el perro. Entonces es cuando los padres deben limitar los excesos a que podría dar lugar la pasividad del perro.

Cuando el Niño se Hace Adolescente

Las dificultades aparecerán de nuevo durante la pubertad cuando el niño abandone su condición de tal y adquiera una autonomía total.

El perro se da cuenta del paso a la adolescencia gracias a las sustancias volátiles (las feromonas sexuales) que el joven emite. Al mismo tiempo, el adolescente intenta convertirse en un individuo socialmente activo para desprenderse de su estatuto de inactivo y sus primeros actos de autoridad serán a costa del perro.

Lo que esto generará conflictos. Pues ya no será posible que no se plantee ningún problema de prerrogativas como cuando el niño era para el perro un ser jerárquicamente aparte. El perro gruñirá y enseñará los dientes como muestra de malestar, y el joven quizá sufra por ello.

Para más información, o una consulta de un problema o ayudarle en el proceso de la introducción de un Bebé en un hogar con un perro, o un perro en un hogar con niños, puede escribirnos al correo; psicolmascot@gmail.com

Por: Erik Farina (Etólogo Canino)

PSICOLMASCOT

Contacto: psicolmascot@gmail.com 

09 diciembre, 2015

Perros recién nacidos, postparto y lactancia

Los perros recién nacidos, aunque no pueden ver ni oír todavía, tiene ya muy desarrollado el olfato, gracias al cual encuentran las mamas de la madre y pueden alimentarse. Necesitan los anticuerpos contenidos en el calostro, que las glándulas mamarias segregan durante las primeras 24 o 48 horas que siguen al parto.

No sólo logran aferrarse con la boca a un pezón, sino que también presionan al mismo tiempo, con las patas delanteras, las mamas de la perra para que salga más leche. También están capacitados para chillar, de forma que la madre pueda acudir en su ayuda si por algún motivo se perdiesen.

Aparte de esto, dependen por completo de la madre, incluso para orinar y defecar, ya que la madre es quien se encarga de estimular estas funciones naturales a fuerza de lametones. Aunque a nosotros nos parezca repugnante, las madres ingieren todo lo que excretan sus crías, dejando la zona impecablemente limpia. Esta costumbre se originó en los tiempos en que los cachorros eran presas jugosas para otros predadores, y la madre debía eliminar cualquier rastro olfativo que pudiera revelar su paradero.

Es muy importante manipular correctamente a los cachorros correctamente desde el primer momento. Aunque nunca hay que sacar de su paridera a un recién nacido si no es absolutamente imprescindible, ya que esto alarmaría a la perra, sí hay que tocarlos, colocarlos con suavidad en las mamas y examinarlos uno a uno, porque de este modo ellos empiezan a acostumbrarse al olor y al tacto de los humanos, y su madre a tolerar que la gente rodee a sus cachorros sin ponerse nerviosa.

Cachorros con Problemas

A veces, uno de los cachorros chilla desconsolado y no parece integrarse entre la camada. Puede ser que no mame lo suficiente, y en ese caso hay que actuar con rapidez, porque es muy fácil que los recién nacidos se deshidraten. Para saber si se está deshidratado, puede tirar suavemente de su holgada piel de la nuca y observa si la piel vuelve de inmediato a su posición normal o desciende lentamente. En el primer caso, el perro estará bien, pero en el segundo puede estarse deshidratando. De todos modos, si tiene alguna duda lo mejor es que lo consulte con un veterinario.

Iniciar la Socialización

Durante las cuatro semanas que siguen al parto, los cachorritos crecen y se desarrollan a increíble velocidad. Abren los ojos, empiezan a oír cada vez mejor, y al cumplir cuatro semanas son criaturas ágiles e inquietas que no dejan de jugar entre sí ni de interesarse absolutamente por todo lo que les rodea. Llegado este punto adquiere especial protagonismo el desarrollo psicológico.

Ahora necesitan todo tipo de estímulos. Exponiéndolos a diferentes sonidos, como el ruido de la lavadora o la aspiradora por ejemplo, y colocándolos sobre superficies muy diversas, se va aumentando su mente, se les va introduciendo en el mundo real y van aprendiendo a enfrentarse a lo desconocido, una habilidad de la que tendrán que echar mano en el futuro.

Aunque algunos expertos aconsejan exponerlos ya al mundo exterior, es muy importante evitar el contacto con cualquier posible foco de infección. Déjese asesorar por un veterinario.

El Destete: Una Dura Lección

Pasadas unas cuatro semanas, más o menos, el celo materno de la perra normalmente se relaja y la madre empieza a desear de vez en cuando descansar un rato de sus crías. Entonces se inicia un proceso biológico de enorme valor educativo; el destete.

El destete es inevitable. Ninguna perra podría amamantar a sus crías durante toda la vida a expensas de su propia salud. Además, los cachorros se vuelven cada vez más exigentes y cada vez que la madre vuelve al nido la acosan entre todos, decididos a alimentarse eternamente a su costa.

Las perras normalmente comienzan el destete permitiéndoles mamar sólo un rato mientras la madre permanece en pie, y echando a andar cuando se cansan. Los cachorros se enfrentan por primera vez en su vida a una negativa, a un rechazo. Es una dura lección, pero también una lección muy importante.

Esta negativa va siendo cada vez más frecuente y las crías acumulan frustración y tratan desesperadamente de alcanzar las mamas. La perra se ve entonces obligada a ofrecerles una alternativa, que en el entorno natural consistiría en alimentos semidigeridos que la madre regurgitaría para sus cachorros y y en el hogar es el cuenco de papilla especial colocado oportunamente en el nido por el propietario.

Las buenas madres rechazan a los cachorros con dulzura, pero también con firmeza. La primera advertencia es una simple mirada. La segunda, un gruñido. Y si algún cachorro se atreviese todavía a insistir, lo apartaría a topetadas con el hocico, o incluso dando dentelladas al aire. La disciplina materna es esencial, ya que enseña a los cachorros que no siempre pueden salirse con la suya y los obliga a buscar una solución adaptándose a las nuevas situaciones, en este caso a un alimento alternativo.

Es tal vez la lección más importante de la vida y, como tal, los cachorros criados con biberón y los separados demasiado pronto de la madre con frecuencia no consiguen jamás afrontar con éxito los cambios incesantes que les depara la vida.

Notas Importantes;

Biberón O Nodriza

A veces, por diversos motivos, no es posible que la madre amamante a sus propios cachorros y hay que alimentarlos con biberón o buscarles una nodriza. Lo ideal, tanto por motivos de salud psicológicos, sería encontrar una perra con leche que los criase. Si la encuentra, puede convencerla de que amamante y cuide a sus cachorros frotando con las dos manos su cuerpo e inmediatamente después frotando el cuerpo de los cachorros para crear un vínculo olfativo entre ambos.

Alimentar a los cachorros con biberón no es sencillo y requiere mucho tiempo. Hay que utilizar un preparado lácteo especial y administrar la dosis adecuada cada dos o tres horas, incluidas las de la noche. La nodriza también debe ocuparse de estimular la micción y la deposición inmediatamente después de cada toma. Además, deberá también asesorarse para interpretar correctamente el papel de la madre en al destete, ya que los cachorros privados de la disciplina materna pueden convertirse en adultos demasiados excitables, indisciplinados, difíciles de adiestrar y con escasa habilidad en el trato con otros perros.

Cómo Destetarlos

-Aunque no hay una regla fija, lo más frecuente es iniciar el destete entre la tercera y la cuarta semana.

-Un buen pienso completo para los cachorros no es difícil de encontrar, y se digiere muy fácilmente. Es bastante concentrado y calórico para satisfacer las necesidades del crecimiento , contiene todos los nutrientes necesarios y no requiere suplemento alguno.

-Para servirlo, vierta agua tibia sobre el pienso, déjelo remojar y revuélvalo hasta que adquiera la consistencia de una papilla que se puedan ingerir a lametadas. Para animarlos a probar, puede mojar un dedo en esta papilla y dejarles que se lo laman o succionen, cada vez más cerca del plato. Retírelo 15 minutos después de servirlo, aunque queden restos.

-Cuando se hayan acostumbrado al nuevo alimento, vaya reduciendo gradualmente la cantidad de agua.

-Poco después deje siempre a mano un platito con pienso sin mezclar, a modo de tentempié entre las raciones normales.

-La ingesta diaria dependerá del tamaño y la raza. Déjele guiar por las indicaciones del envase, pero no las interprete al pié de la letra.

-Los cachorros ya no necesitan leche. De hecho, su ingestión podría causarles problemas digestivos como la diarrea, ya que poco después del destete el organismo del perro se vuelve incapaz de asimilar la lactosa.

Por: Erik Farina (Etólogo Canino)

PSICOLMASCOT

Contacto: psicolmascot@gmail.com 

08 diciembre, 2015

Ciclo Vital del Perro, Infancia, Adolescencia y Vejez



Desde el día en que nace un cachorro se empiezan a notar cambios visibles. Crecen y evolucionan a una increíble velocidad, y es fascinante comprobar en apenas 12 meses pasan de ser las criaturas desvalidas de los primeros días a esos intrépidos jovencitos que nos cautivan sin cesar con sus diabluras. Cada día aprenden mil cosas nuevas; jugar, comunicarse, comprender el mundo que les rodea, etc..

El Recién Nacido

Los perros nacen sin poder oír y sin poder ver. Aunque están cubiertos de pelo, necesitan estar en contacto con la madre para mantenerse calientes y protegidos. En los primeros días, el principal órgano sensorial es el del olfato, lo que puede observarse fácilmente contemplando un cachorro recién nacido; su trufa y su morro son desproporcionadamente grandes en relación con el resto del cuerpo.

Desde el principio son capaces de moverse, regresando a la camada si se les aísla del grupo, y también de chillar para avisar a la madre de donde esta situado cuando tiene hambre.

Los cachorros recién nacidos no pueden orinar ni defecar por sí solos, ni tampoco regular su temperatura corporal, y dependen por completo de su madre, que con vigorosos lametones provoca la micción y la deposición; también con su propio cuerpo les proporciona el calor necesario.

Los perros nacen ya capacitados para hacer muchas cosas: los nervios craneales están ya totalmente desarrollados, y eso les permite mamar, tener sensibilidad en el morro, mantenerse en una posición e incluso enderezarse instintivamente. Se trata de un reflejo natural que se produce cada vez que se caen o se les da la vuelta, y consiste en ponerse de nuevo en una posición normal. Si se agarra por la holgada piel de la nuca a un cachorro recién nacido, éste encogerá de forma característica las patas y se mantendrá totalmente inmóvil.

Pero sólo hará esta acción de quedarse inmóvil durante los primeros cuatro o cinco días, después estirará las cuatro patas, poniéndose tieso y separándolas entre sí. Los cachorros con menos de una semana, no pueden ver ni oír bien todavía, pero reaccionan ante los ruidos fuertes. También producen los chillidos fuertes, chillando y gimoteando si se sienten abandonados con el fin de atraer a la madre.

De la 1ª a la 3ª Semana de Vida

En cuanto se abren sus orejitas, los cachorros comienzan a reaccionar ante los sonidos, y aunque no pueden ver con claridad hasta que cumplen más o menos cuatro semanas, intentan ya seguir con los ojos la luz y el movimiento de los objetos.

Los cachorros suelen empezar a moverse con cierta soltura a las tres semanas de edad más o menos, caminando en vez de arrastrarse, y alternan breves períodos de actividad con prolongados períodos durante los cuales duermen profundamente.

De la 3ª a la 6ª Semana de Vida

Con cinco semanas, los cachorros pueden ya oír, ver y olfatear como perros adultos, aunque sólo logran concentrar su atención durante lapsos muy cortos. El destete se inicia normalmente a las tres semanas más o menos, momento en que la secreción láctea empieza a decrecer y la madre a rechazar progresivamente a los cachorros que intentan mamar.

El destete se prolonga normalmente hasta la quinta o sexta semana, y es para los cachorros la primera y más importante lección de convivencia social de su vida, ya que los enseña a soportar la frustración que conlleva el que su madre les niegue el pecho cuando ellos sienten que lo necesitan.

También aprenden mucho jugando con sus hermanos y con la propia madre, pues esto les permite adquirir conciencia de que son perros. Muchas posturas utilizadas en el juego y gestos faciales son adquiridos precisamente en esta época de su vida.

De la 6ª a la 12ª Semana de Vida

En esta época de su vida, resulta muy esencial la intervención humana. La socialización (proceso durante el cual el cachorro aprende a comportarse con los humanos y con otros perros) debe tener lugar a esta edad. Acostumbrarlo, o exponerlo de forma gradual a todos los elementos y cambios que se producen habitualmente en el entorno resulta esencial también.

Un cachorro debidamente socializado y familiarizado con el entorno se convierte en un adulto seguro de si mismo, feliz, equilibrado y obediente sean cuales sean las circunstancias o los lugares a que deba enfrentarse en el futuro.

A partir de este momento, los cachorros empiezan a recabar enormes cantidades de información sobre el mundo que los rodea. Ya se mueven con soltura, coordinando perfectamente sus movimientos, y pueden tanto correr como saltar y revolcarse. Es ahora cuando más necesitan del juego con sus hermanos y con los humanos para aprender normas de conducta social, y cuando clavan sin cesar sus dientes punzante como alfileres para averiguar qué elementos del mundo que los rodea son seres vivos y cuáles meros objetos inanimados.

Normalmente, después de la séptima semana el cachorro ya está completamente destetado y es capaz de ingerir por sí mismo todo el alimento sólido que necesita para satisfacer sus necesidades nutricionales. Con ocho semanas está preparado para separarse de su madre y de sus hermanos de camada, aunque muchos permanecen junto a la madre hasta que cumplen las diez o doce semanas de vida.

Entre Los 3 y Los 6 Meses de Vida

EN esta época, el perro adquiere gran masa muscular y ósea, preparándose para la pubertad. Entre la 18 y la 20 semana de vida, más o menos, se le caen los dientes de leche y aparece la dentición permanente. Este proceso marca definitivamente el final de la infancia propiamente el final de la infancia propiamente dicha.

El perro experimenta sin cesar diferentes conductas sociales, y tal vez incluso empiece a ensayar comportamientos sexuales, intentando montar cojines, otros animales o a los seres humanos. Puede también entablar juegos competitivos (de fuerza, posesión, etc..) destinados a averiguar cuál es el perro dominante. Por medio del juego aprende a comunicar sus sentimientos y también a asumir y averiguar su propio estatus social.

A esta edad es bastante habitual que los cachorros empiecen a mostrarse extrañamente miedosos, expresando temor ante objetos o personas con los que ya estaban familiarizados. En estas circunstancias, de la reacción del propietario dependerá que esa aprensión se venza o se perpetúe. Obligarle a enfrentarse a lo que teme por la fuerza puede provocar que siga temiéndolo de por vida.

Entre los 6 y los 12 Meses de Vida

Estos meses representan la adolescencia del perro. A esta edad las hembras tienen su primer celo y los machos alcanzan la madurez sexual. Puede ser una época de tanteo entre el perro y su propietario, ya que las relaciones sociales tal vez se replanteen por completo. Algunas hembras parecen sufrir cambios repentinos de humor antes, durante o después del celo, y tal vez se muestren reacias a permitir que otros perros se les acerquen.

Los machos suelen empezar a levantar la pata para orinar entre los 6 y los 12 meses de su vida. Lo hacen para delimitar su territorio y para enviar a los otros perros información cifrada en en señales olfativas sobre su situación social y sexual. Sus encuentros con otros perros pueden empezar a estar presididos por sentimientos de rivalidad, aunque no se suele llegar a la agresión física, y con frecuencia pretenderán montar a las hembras o a los otros machos intentando convertirse en el macho dominante.

Los dientes de adulto aparecen entre los 6 y los 10 meses de edad, y es posible que el perro sienta un deseo irresistible de mordisquear, intentando aliviar así la tensión en sus encías. Es conveniente proporcionarle abundantes juguetes y mordedores para evitar que rompa cualquier otra cosa.

Entre 1 año y los 4 años

Aunque suelen alcanzar la madurez sexual entre los 6 y los 14 meses, los perros pueden continuar creciendo y desarrollándose psicológicamente durante durante mucho más tiempo. Los perros miniatura tienden a madurar más deprisa que los grandes, y sobre todo si se trata de razas gigantes como el Terranova y el Mastín del Pirineo, que a veces no pueden considerarse propiamente perros adultos hasta los 3 años de edad.

La madurez psicológica, por su parte, tarda a veces mucho en alcanzarse por completo. Los propietarios de razas tan exuberantes como el Boxer, por ejemplo, se preguntan con frecuencia si su perro no piensa hacerse mayor nunca. En esta época, los perros siguen aprendiendo y estableciendo roles tanto en el entorno familiar como en sus relaciones con otros perros.

El Perro Anciano

Anciano es un termino bastante relativo en los perros, ya que la vejez depende en gran medida de la raza, de su estado de salud, su forma física y de la actitud de su propietario. Para un perro activo, sano y en forma, envejecer puede significar simplemente ir relentizando poco a poco su ritmo de vida.

Muchos perros viejos disfrutan todavía de los paseos, jugando con sus amos y relacionándose con los miembros de la familia. Tal vez duerman más horas y más profundamente que antes, y también es posible que necesiten salir más a menudo, ya que los riñones, junto con el hígado, son los primeros en resentirse a causa de la edad. Además de esto último, la pérdida de peso puede ser el primer síntoma de un problema renal o hepático, por lo que conviene estar alerta.

Entre las molestias asociadas a la vejez destacan la artritis y la pérdida de flexibilidad en las articulaciones y la espina dorsal. El sobre peso agrava individualmente cualquier problema geriátrico, por lo que es fundamental prevenirlo.

Algunos perros desarrollan una dependencia patológica con respecto a sus dueños al llegar a la tercera edad; aúllan o lloriquean cuando los dejan solos y se desazonan enormemente cuando no están en contacto con la familia. Esto puede ser síntoma de una degeneración generalizada o simplemente de sordera progresiva, y debe ser revisado por el veterinario.

Los perros a veces padecen un trastorno que podríamos denominar demencia senil, caracterizado por la progresiva desorientación y pérdida de memoria. Actualmente existen medicamentos capaces de aliviar estos síntomas, y no es mala idea consultar al veterinario, que tal vez pueda recetar a su perro algún medicamento que contribuya a hacer los últimos años de su vida tan dulces como merece.

Por: Erik Farina (Etólogo Canino)

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Contacto: psicolmascot@gmail.com